¡NO NOS AUTOENVENENEMOS!

El último día, os sugeríamos que pincháseis en las imágenes para tener la oportunidad de observar, en directo, lo que sucedía en dos nidos en sendas cajas nido colocadas en Suecia: un nido de herrerillo y uno de carbonero común. Desgraciadamente, los pollos murieron en ambos nidos. Los carboneros aparecieron muertos el 26 de mayo y los pollos de herrerillo, que estaban en otro lugar, aparecieron muertos a primeros de junio. No se sabe cuál fue la razón y quizás pudo ser el frío en los días previos, que pudo dificultar la captura de la ingente cantidad de gusanos e insectos con los que los padres alimentan a los delicados pollitos. ¡Cientos, miles, de gusanos devoradores de hojas y de insectos son devorados por una pollada de herrerillos o carboneros!



En todo caso, evidencia las enormes dificultades para la supervivencia en la Naturaleza. Un predador, una tormenta, una ola de frío en el momento más crítico... puede dar al traste con la reproducción de los pajarillos. Pero, hay algo mucho peor: los venenos. Seguramente no fue el caso de estos nidos, pues se sitúan en zonas libres de cultivos.


Pero, quería aprovechar para recordaros que, verdaderamente, las únicas reguladoras de las plagas de los cultivos, son las especies que la Madre Naturaleza ha elegido para llevar a cabo ese papel tan importante. Cuando echamos pesticidas en huertas y jardines, estamos consiguiendo fortalecer genéticamente a los insectos que pretendemos eliminar, y estamos castigando duramente a las especies que son las verdaderas reguladoras biológicas de estas plagas. Como predadoras, no cuentan, evolutivamente, con la posibilidad de reproducirse tan rápido y de adaptarse genéticamente a la resistencia a estos venenos que, además, nos matan a nosotros lenta y silenciosamente. Cuando rociamos nuestra casa de insecticida o nuestro huerto de pesticidas, estamos envenenando nuestra vida y matando a nuestros aliados. ¿No es absurdo?. Pues, hartos de decirlo, seguimos siendo absortos espectadores de imágenes como ésta:

Un hombre envenenando su huerto familiar. ¿Es necesario? NO, es absolutamente innecesario. Es absolutamente injustificable. Los grandes negocios multinacionales industriales, sin escrúpulos, nos hicieron creer en las benevolencias de los pesticidas. Todo falso. Hasta los años 40 nadie usó venenos de este tipo. Fue entonces cuando descubrieron el DDT. Quien lo hizo, irónicamente, recibió el Premio Nobel de Medicina. Parece un sarcasmo, cuando el DDT envenenó todo el Planeta. Durante las siguientes décadas, se rociaron todos los cultivos con esta potente ponzoña. Hasta que se descubrió su malignidad y se prohibió en 1972. A esto contribuyó, en gran medida, la bióloga estadounidense Rachel Carson que, en 1962, dos años antes de fallecer por cáncer, publicó un libro que fue un hito de la ecología mundial: Primavera Silenciosa. El DDT fue considerado un cancerígeno potencial para el hombre, produce daños en el sistema inmune, nervioso y reproductivo y perturba el desarrollo de fetos y lactantes. ¿Había terminado con las plagas? ¡¡Ni muchísimo menos!! ¡¡Pero nos había contaminado a todos!! Tanto es así que hasta en todas los eslabones de la cadena trófica del Ártico se ha descubierto el DDT y se encuentra en el sedimento de lagos y ríos. Altamente tóxico y volátil, se evapora y desplaza a grandes distancias, siendo persistente y bioacumulativo.


Aquél libro de Rachel Carson fue un best séller y el inicio de la lucha medioambiental pero ¿lo conocíais?. Quizás no, porque, la industria interesada, llevó a cabo una miserable campaña para silenciarla. El DDT es el más terriblemente perverso de los hidrocarburos clorados utilizados para los cultivos. Pero las plagas se hicieron resistentes mientras los humanos morían y mueren de cánceres. Hoy día hay un montón de pesticidas en uso y, prácticamente la mitad de ellos, están compuestos de sustancias altamente peligrosas para todo ser vivo. La empresa Bayer fabrica productos terribles e, incluso, hay estudios que señalan sus ponzoñas como las responsables del misterioso mal que afecta a las abejas por todo el planeta. Según Greenpeace, después de Bayer, las empresas más contaminantes son Syngenta, Monsanto (con la mayor proporción de venenos dañinos, especialmente herbicidas), BASF y Dow Chemical. Entre todas acaparan el 75% del mercado. ¡Los residuos de estos venenos son, a menudo, indetectables en los alimentos, y se encuentran en el 42% de los alimentos del mercado!


David Nieto Maceín.


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