Por David Nieto Maceín.
Hoy, representantes de 88 países de la Comisión Ballenera Internacional se
reúnen en Panamá para debatir sobre la asquerosa matanza de ballenas que sigue
ejecutándose en el mar a pesar de estar prohibida desde 1985. Los países
sudamericanos (Perú, Argentina, Uruguay, Chile, Brasil, Costa Rica, Colombia,
Ecuador, México, Panamá, Surinam…) están en contra de cualquier tipo de caza de
ballenas. Sólo Japón, Noruega, Dinamarca e Islandia quieren proseguir con la
matanza. Japón sigue con su asombrosa patraña de que caza con fines científicos
(será para estudiar el efecto de la carne de ballena en los organismos de los
ignorantes o para estudiar cuánto tiempo tarda una especie para desaparecer
bajo presión). Islandia, Dinamarca y Noruega dicen abiertamente que lo hacen
por tradición. Patético y bochornoso. Japón tiene comprados los votos de países
pobres que no cazan. Les da ayuda a cambio de su voto. Es patético que se
permita esto.
En la reunión del año pasado en Reino Unido, Argentina y Brasil propusieron la creación de un Santuario de Ballenas en el Atlántico Sur, pero Japón abandonó la sala para impedir el proceso de votación. Y los responsables no hicieron una buena gestión de las votaciones, pues estando la mayoría de los votantes presentes, tendría que haberse llevado a cabo. El negocio para ellos es muy lucrativo y, por supuesto, sin escrúpulo.
Cada país tiene que pagar 10.000 dólares para tener derecho a votación. Perú paga este año para poder decidir, al igual que Uruguay, países que quieren proteger las ballenas. También este año Sudáfrica dice “Ni una ballena muerta más”.
El turismo de observación de cetáceos aporta 270 millones de dólares anuales a América Latina. 2.100 millones si se mira globalmente. En Costa Rica, por ejemplo, las poblaciones costeras estaban bastante deprimidas por la sobreexplotación pesquera, y el creciente aporte gracias a la observación de cetáceos les ha traído muchos beneficios. Hoy viven de ello allí y en otras poblaciones de América Latina.
Lo importante es que se respete la normativa que regula la actividad; como siempre, un turismo de cetáceos mal entendido puede causar peligrosas molestias a los animales en los momentos más críticos de sus ciclos vitales. Por lo visto en algunos lugares se están haciendo observaciones aéreas que pueden resultar fatales por molestas.
En todo caso, el crecimiento de este interés turístico está reforzando la postura conservacionista de muchos países.
Ya hay organizaciones conservacionistas exigiendo hoy en Panamá la creación del Santuario de Ballenas que muchos países piden en aquél lado del Atlántico. Han formado una ballena humana vestidos de blanco en la antigua base militar de Clayton, en Ciudad de Panamá.
Hay dos Santuarios de Ballenas hoy día: el de la Antártida y el del Océano Indico. Pero en el Atlántico Sur las ballenas están amenazadas por barcos arponeros. Sólo queda el 10-15% de la población originaria de ballenas en esa zona oceánica. En el s.XX se cazaron millones.
NO SEÁIS CAZURROS. SI VIAJÁIS A ISLANDIA O NORUEGA, JAPÓN, GROENLANDIA O DINAMARCA, NO SE OS OCURRA JAMÁS PROBAR O COMPRAR PRODUCTOS DERIVADOS DE CETACEOS O ESTARAS FINANCIANDO LA MATANZA BRUTAL Y VERGONZOSA.
En la reunión del año pasado en Reino Unido, Argentina y Brasil propusieron la creación de un Santuario de Ballenas en el Atlántico Sur, pero Japón abandonó la sala para impedir el proceso de votación. Y los responsables no hicieron una buena gestión de las votaciones, pues estando la mayoría de los votantes presentes, tendría que haberse llevado a cabo. El negocio para ellos es muy lucrativo y, por supuesto, sin escrúpulo.
Cada país tiene que pagar 10.000 dólares para tener derecho a votación. Perú paga este año para poder decidir, al igual que Uruguay, países que quieren proteger las ballenas. También este año Sudáfrica dice “Ni una ballena muerta más”.
El turismo de observación de cetáceos aporta 270 millones de dólares anuales a América Latina. 2.100 millones si se mira globalmente. En Costa Rica, por ejemplo, las poblaciones costeras estaban bastante deprimidas por la sobreexplotación pesquera, y el creciente aporte gracias a la observación de cetáceos les ha traído muchos beneficios. Hoy viven de ello allí y en otras poblaciones de América Latina.
Lo importante es que se respete la normativa que regula la actividad; como siempre, un turismo de cetáceos mal entendido puede causar peligrosas molestias a los animales en los momentos más críticos de sus ciclos vitales. Por lo visto en algunos lugares se están haciendo observaciones aéreas que pueden resultar fatales por molestas.
En todo caso, el crecimiento de este interés turístico está reforzando la postura conservacionista de muchos países.
Ya hay organizaciones conservacionistas exigiendo hoy en Panamá la creación del Santuario de Ballenas que muchos países piden en aquél lado del Atlántico. Han formado una ballena humana vestidos de blanco en la antigua base militar de Clayton, en Ciudad de Panamá.
Hay dos Santuarios de Ballenas hoy día: el de la Antártida y el del Océano Indico. Pero en el Atlántico Sur las ballenas están amenazadas por barcos arponeros. Sólo queda el 10-15% de la población originaria de ballenas en esa zona oceánica. En el s.XX se cazaron millones.
NO SEÁIS CAZURROS. SI VIAJÁIS A ISLANDIA O NORUEGA, JAPÓN, GROENLANDIA O DINAMARCA, NO SE OS OCURRA JAMÁS PROBAR O COMPRAR PRODUCTOS DERIVADOS DE CETACEOS O ESTARAS FINANCIANDO LA MATANZA BRUTAL Y VERGONZOSA.
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