CUENTO DE NAVIDAD

Provincia de Västra Götaland, Suecia. A las 9.35 un silencio sepulcral se hizo en el bosque de Härryda tras un estruendo de ramas que duró una eternidad. La silueta de los abetos ya no iba a ser nunca más la misma que se recortaba sobre el disco blanco de la luna. El más alto, el más robusto y el más majestuoso árbol del bosque, ha caído. Ha sido asesinado por la fría e inmisericorde sierra del hombre. Era un día de invierno, gris y neblinoso, que se ha tornado triste y terrible. Aquel coloso había sido el refugio de tantos animales a lo largo de su larga vida... 45 años regalando generosamente oxígeno a todos los seres que le rodeaban. 45 años de lucha por la vida, de crecimiento pausado e inocente. Las ardillas anidaron en su copa, el azor lo hizo en sus ramas. El alce rascó su recia espalda en su corteza. Por las noches, desde él, ululaban los cárabos y los diminutos mochuelos del norte.

Todos los pajarillos se refugiaban del viento y del frío entre su denso y vivo verdor. En lo más alto de su copa, a 19 metros de altura, el pico picapinos se proclamaba como el más colorido ser de la foresta.
Pero hoy su cuerpo inerte de 45 años será trasladado a la ciudad, a Gotemburgo, donde los habitantes de la ciudad van a admirar la belleza del coloso sin el agradecimiento y respeto que le han tenido todas las criaturas del bosque. El bosque no podrá llorar su ausencia ni guardar su cuerpo viejo durante una eternidad para que siga regalando refugio para los más pequeños. Se lo han llevado. Ha sido todo demasiado rápido y sin avisar.
Y lo peor, es que esta historia ha sido real; su cuerpo está hoy expuesto en una plaza de la ciudad, como la de un asesino condenado, y su asesinato ha sido para que todos los habitantes de la ciudad admiren su esplendor con corazón indolente, mirada vacía, negligente. Con mente baldía. Y todos creerán, ignorantes e insensibles, lo que dicen los periódicos: "Vestirá gustoso sus adornos rojos de la navidad".

3 millones de árboles son talados cada navidad en Suecia para morir sólo por el insensato gusto de la gente que quiere levantarse por la mañana del 25 de diciembre con el cadáver del desgraciado árbol repleto de adornos de la navidad; árbol que era hasta entonces uno de los componentes más importantes de la vida. Porque sin los árboles y las plantas, y se trata de cada uno de ellos, todos moriríamos enseguida. Somos sus parásitos. Y ni siquiera tenemos el mínimo agradecimiento y consideración por ellos. Deberíamos alabar y respetar como una deidad a cada árbol.